jueves, 25 de agosto de 2011

Roberto Bolaño meets Ricardo Piglia

"De todas las islas visitadas, dos eran portentosas. La isla del pasado, dijo, en donde sólo existía el tiempo pasado y en la cual sus moradores se aburrían y eran razonablemente felices, pero en donde el peso de lo ilusorio era tal que la isla se iba hundiendo cada día un poco más en el río. Y la isla del futuro, en donde el único tiempo que existía era el futuro, y cuyos habitantes eran soñadores y agresivos, tan agresivos, dijo Ulises, que probablemente acabarían comiéndose los unos a los otros."
Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño


"El carácter inestable del lenguaje define la vida en la isla. Nunca se sabe con que  palabras serán nombrados en el futuro los estados presentes. A veces llegan cartas escritas con signos que ya no se comprenden. A veces un hombre y una mujer son amantes apasionados en una lengua y en otra son hostiles y casi desconocidos. Grandes poetas dejan de serlo y se convierten en nada y en vida ven surgir otros clásicos (que también son olvidados). Todas las obras maestras duran lo que dura la lengua en la que fueron escritas. Sólo el silencio persiste, claro como el agua, siempre igual a sí mismo."
La ciudad ausente, de Ricardo Piglia

martes, 23 de agosto de 2011

Siegfried Kracauer - The Mass Ornament (I)


The position that an epoch occupies in the historical process can be determined more strikingly from an analysis of its incospicuous surface level expressions than from that epoch’s judgements about itself. Since these judgements are expressions of the tendencies of a particular era, they do not offer conclusive testimony about its overall constitution. The surface-level expressions, however, by virtue of their unconscious nature, provide unmediated access to the fundamental substance of the state of things. Conversely, knowledge of this state of things depends on the interpretation of these surface-level expressions. The fundamental substance of an epoch and its unheeded impulses illuminate each other reciprocally.

Dónde vivir y para qué (fragmento)



El tiempo no es sino la corriente donde voy a pescar. Bebo en ella, pero mientras bebo, veo el fondo arenoso y advierto lo somero que es. Su delgada corriente se desliza, pero la eternidad permanece. Querría beber en lo profundo, pescar en el cielo, cuyo fondo está empedrado de estrellas. No puedo contar ni una sola. No conozco la primera letra del alfabeto. Siempre he lamentado no ser tan sabio como el día en que nací. La inteligencia es un cuchillo afilado, discierne y penetra el secreto de las cosas. No deseo estar más ocupado con mis manos de lo necesario. Mi cabeza es manos y pies. Siento mis mejores facultades concentradas en ella. Mi instinto me dice que mi cabeza es un órgano para excavar, así como otras criaturas usan su hocico y patas delanteras, y con ella minaría y excavaría mi camino a través de estas colinas. Creo que la vena más rica está por aquí; juzgo por la varita adivinatoria y los finos vapores ascendentes, y aquí empezaré a cavar.
 Henry David Thoreau

Andanzas, de Raúl Ruiz (1941-2011)





Ella me dijo: "Lo que me gusta en usted, es que no se mueve sin un objetivo preciso".


Yo reí.


-¿Cuál objetivo, exactamente?


-Seamos claros: en general, yo sé adonde quiero ir. Es normal. Cuando era pequeña, me gustaba mucho vagar por las calles. Me gustaba perderme en ellas. En el fondo, me encantaba asustar a mis padres: ellos lo sabían y me dejaban hacer. Una vez, tarde en la noche, escuché una conversación. Nevaba. Cada día que nieva siento una especie de pena. Decepción. Incluso hoy día.


- Y he aquí nieva.


- Le decía que me gustaba perderme. Hasta el día en que descubrí que mis padres se burlaban de mí, un día de nieve. No sé por qué le cuento todo esto.


-La pena, entonces.


-Así fue que me fugué. Sí, está en la familia. El espíritu de familia. El espíritu de la casa.


-¿Qué cómo me fugué? ¿Adónde? No muy lejos. Me escondí.


- No lejos de aquí.


- Nadie. Pero nadie me buscó.


-Mi hermano, él me encontró.


-Él fue el que vino.


-¿Qué hace aquí?


-Nada. Me escondo.


-¿Puedo quedarme contigo? ¿Te puedo dar un beso?


-Breve.


-No.


-Nada grave. Nada de nada, incluso.


-Nos quedamos juntos; en silencio. Sin una palabra.


-Luego, vino un hombre. Un desconocido.


-No nos dirigió la palabra. Una especie de vagabundo que se hablaba a sí mismo. Un vagabundo demente.


-En seguida vino alguien más. Ya no sé mucho quién. Alguien.


-Una niñita vino. Ella sí que me habló. Habló, habló.


-Después, nada. Silencio. Dejó de nevar.


-Todos se fueron.


-No sé por qué le cuento esto.


-Ah, sí, me gusta todavía pasearme sin rumbo preciso.


-Perdí a mi hijo. ¿Cómo? No sé. Lo ignoro.


-Se fue. Ocho años. Partió con su madre. Con alguien que él llama “su madre”.


-Es de locura todo esto, ¿no? Sí.


-Pero, seamos claros: ¿dice usted que me ama porque yo me desplazo de una cierta manera? Vamos. ¿Es evidente? Para nada. ¿Sabe? Hace mucho que hago teatro. Decoradora. Hay algo que se aprende en el teatro, y es que cuando uno se mueve es que hay una raz6n. Sin lo cual, uno no se mueve. Es todo. Pero yo (permita que me ría), he logrado moverme sin raz6n aparente, y (ella susurra) con una raz6n oculta.


-Bah, nada importante.


-Yo, si me muevo es porque busco un espejo.


-Simple. Me digo: busco un libro. Pero en realidad busco un espejo. Primero el espejo, luego el libro (siempre hay un libro cerca del espejo). Así es. ¿Por qué un espejo? Me miro. Y cada vez... Cada vez me descubro. Una nada: un tic. Una sonrisa que no me sospechaba.


-Ya sabe. Todavía me cuesta reconocerme.


No, no se engañe; yo me muevo, me muevo, pero sin objeto.

jueves, 18 de agosto de 2011

The Method Actors - This Is Still It (2010)



The Method Actors fue una de las primeras bandas en emerger de la escena punk/new wave de Athens, la misma que luego dio a luz a B-52, R.E.M. y Pylon. El sello Acute realizo un impecable trabajo de documentación antes de lanzar This Is Still It, compilación de las mejores piezas en el arsenal de esta banda fundacional del new wave norteamericano. En palabras del propio Peter Buck, guitarrista lider de R.E.M., este LP es “una especie de historia secreta de la escena musical de Athens”; se trata de un repaso por los primeros años del dueto, seguramente los más prolíficos.

Vic Varney las vocales y la guitarra, David Gamble la batería y los coros... the Method Actors fue un ejemplo de creatividad, de exploración, dando un amplio uso a unos recursos tremendamente limitados. Los  grooves repetitivos y la instrumentación de poco nivel técnico; la salvaje guitarra rítimica y la avasallante batería: este dueto se las arregló para ensamblar un sonido que oscilaba extrañamente entre el pop y el caos.

Si bien la energia de influencias típicas del punk como los Pistols y los Ramones fue lo que motivo a Varney y Gamble para armar el duo en primer lugar, con el tiempo se fueron colando influencias menos predecibles, como James Blood Ulmer y Capt Beefheart... ya se podrán imaginar las extrañas estructuras que resultaron, suerte de puentes hechizos tendidos entre la agresión del punk y aquel sonido sureño que le da tanta relevancia a la armonía vocal. Más adelante, siguiendo los pasos de B-52, la banda pronto incorporó las atmósferas de actos como Public Image Limited y Joy Division, el minimalismo de Young Marble Giants y el punk funky de Gang of Four. Sin embargo, más que un cúmulo de referencias, el producto de los Method Actors tiene una marca distintiva, definitivamente inconfundible.




The Method Actors - This Is Still It (2010)

martes, 16 de agosto de 2011

William Faulkner: ¡Absalón, Absalón!


Sé de dos tipos de escritor: el hombre cuya central ansiedad son los procedimientos verbales; el hombre cuya central ansiedad son las pasiones y trabajos del hombre. Al primero lo suelen denigrar con el mote de «bizantino» y exaltar con el nombre de «artista puro». El otro, más feliz, conoce los epítetos laudatorios «profundo», «humano», «profundamente humano» y el halagüeño vituperio de «bárbaro». El primero es Swinburne o Mallarmé; el segundo, Céline o Theodore Dreiser. Otros, excepcionales, ejercen las virtudes y los goces de ambas categorías. Victor Hugo anota que Shakespeare contiene a Góngora; podemos observar que también contiene a Dostoievski... Entre los grandes novelistas, Joseph Conrad fue acaso el último a quien le interesaron por igual los procedimientos de la novela, y el destino y el carácter de las personas. El último, hasta la aparición tremenda de Faulkner.
Faulkner gusta de exponer la novela a través de los  personajes. El método no es absolutamente original -El  anillo y el libro de Robert Browning (1868) detalla el mismo crimen diez veces, a través de diez bocas y de diez almas-,  pero Faulkner le infunde una intensidad que es casi  intolerable. Una infinita descomposición, una infinita y  negra carnalidad hay en este libro de Faulkner. El teatro es  el estado de Mississippi: los héroes, hombres  desintegrados por la envidia, por el alcohol, por la soledad,  por las erosiones del odio.

¡Absalón, Absalón! es equiparable a El sonido y la furia.  No sé de un elogio mayor.
[Jorge Luis Borges, 22 de enero de 1937]

miércoles, 10 de agosto de 2011

The Hells Angels

Leo por estos días la crónica que Hunter Thompson hizo de los Ángeles del infierno, aquella pandilla de forajidos motorizados que se hizo tan famosa a mediados de los sesenta. Entre las diferentes fuentes citadas, el testimonio de un senador republicano, que por aquella época vio a estos barbaros como el nuevo cancer de la sociedad norteamericana, me causó una especial impresión. Aquí el comentario:
"Filthy Huns breeding like rats in California and spreading east. Listen for the roar of the Harleys. You will hear it in the distance like thunder. And then, wafting in on the breeze, will come the scent of dried blood, semen and human grease. . . the noise will grow louder and then they will appear, on the west horizon, eyes bugged and bloodshot, foam on the lips, chewing some rooty essence smuggled in from a foreign jungle. . . they will ravish your women, loot your liquor stores and humiliate your mayor on a bench on the village square. . ."
Hell's Angels: A Strange and Terrible Saga, de Hunter S. Thompson
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