Encontré en un libro de Agamben esta referencia a la noción de ironía, y me ha quedado claro que en una época como la nuestra, en que cualquier vanguardia ha dejado de ser posible y ya no hay espacio para la trascendencia, la única actitud honesta es aquella que ha escogido renunciar a la seriedad:
Los románticos, reflexionando sobre esta condición del artista que ha sufrido en sí mismo la experiencia de la infinita trascendencia del principio artístico (hombre sin contenido), llamaron ironía a la facultad a través de la cual el artista se separa del mundo de las contingencias y corresponde a esa experiencia con la conciencia de su absoluta superioridad sobre cualquier contenido. Ironía significaba que el arte tenía que convertirse en objeto para sí mismo y, al no encontrar ya verdadera seriedad en un contenido cualquiera, a partir de ese momento únicamente podía representar la potencia negadora del yo poético que, negando, se eleva continuamente por encima de sí mismo en un infinito desdoblamiento.
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