Tan pronto se escucha el nombre de Kafka, se vienen a la mente una cantidad de pensamientos confusos, llenos de personajes y situaciones perturbadoras e hilarantes. La particularidad de este ser tan enigmático e influyente para la literatura del siglo XX, deviene de sus tan aplaudidas y originales obras, donde se pueden encontrar novelas como: El Proceso, América, y El Castillo, además de su novela corta La Metamorfosis; en las que deja ver su tajante inconformismo por la sociedad de su tiempo, su visión desarraigada de la vida y su personalidad tormentosa; quien no encontrando satisfacción por el mundo que está viviendo, se encierra en sus pensamientos, dando vida a contextos inusitados con sucesos que desafían el sentido común. Dichas historias,llenas de eventos extravagantes con naturalezas complejas y reglas desconocidas, eran la piedra angular de sus tramas; confiriéndole características humanas a animales y cosas, o, dotando de una particular extrañeza, a quienes gozaban en sus relatos de humanidad desde un principio; donde se ve, la excéntrica visión de este escritor sin igual, que hasta el día de hoy es protagonista de interpretaciones y especulaciones en torno a su vida y su extraordinaria obra.
Si bien Kafka es conocido por sus ya nombradas novelas, no hay que dejar de lado sus relatos cortos, pues son ellos los que en su fragilidad nos ofrece más sobre su dimensión. Es con esa fragilidad, que él, le da forma a cada una de las situaciones del copilado de historias que reúne El Libro del Hambre; donde, la rareza de sus protagonistas como los insólitos escenarios que en él se presentan, son una muestra fehaciente de esos mundos creados por su magna imaginación;estos seres, dotados de una extrañeza sin igual, comparten lo que Kafka siempre vivió: la soledad, la frustración, y el rechazo del que era víctima por aquellos que hacían parte de su entorno. Tal vez este rechazo, era parte de la constante angustia que vivía este atormentado escritor, que sintiendo como fuerzas desconocidas -que nunca alcanzo a comprender- se hallaban fuera de su control, le dio vida a temas marcados por lo absurdo, en donde se presentan personajes como “el ayunador”, un ser que viendo que las futilidades de la sociedad no lo satisfacían, abogo por la medida mas honesta y transparente que se le pudo ocurrir, dejar de comer; pues el hecho de comer le implicaba hacer parte de una sociedad de la cual el ya no era parte hace mucho tiempo; o como bien lo dijo en sus últimas palabras a la pregunta del porque no podía dejar de ayunar: “ (…) porque nunca he encontrado ninguna comida que me gustase. Si la hubiera encontrado, créeme, me habría hartado como tú y como todo el mundo, sin armar revuelo”. Esta imagen del ayunador hace pensar en algunos de los títulos del libro, “Delante de la ley” y “La preocupación del padre de familia”; en el primero, un hombre se para frente a la entrada de la ley durante años, sin poder cruzar dicha puerta, entreviendo que la ley así este frente a nuestros ojos, no está hecha para todo el mundo. El segundo relato, narra la vida de una extraña y solitaria criatura llamada Odradek quien por la descripción se trata de un carrete, que tiene vida propia y que según parece goza de las hieles de la inmortalidad; un ser errante que no tiene más que su compañía, además de ser el único en su especie.
Al parecer para Kafka, el dar vida a extraños seres era una forma de salir de su aborrecible vida como él mismo lo hacía saber por medio de sus escritos; pues quería desaparecer como el ayunador, o ser un ser tan minúsculo y pequeño como el particular Odradek. Pero el escritor, no solo le dio aliento a seres abstractos solo posibles en sus pensamientos, también busco como salida a ese desasosiego, a animales tan particulares que le señalaran aun con más vehemencia, su desapego a todo lo que lo rodeaba, pero, que de igual forma, el no poder liberarse de esa carga en vida, era causal de su ya tormenta existencial. Ante esto, en su pequeño relato “El cruzamiento” se ve como un hombre, esta condenado a vivir con un misterioso animal – cruce entre cordero y gato- recibido de una herencia, y que pese a que siempre tiene latente la posibilidad de desembarazarse de su compañía dándole muerte, asume su existencia como una responsabilidad que tiene que sobrellevar, a modo del más noble de los protectores.
Para finalizar, cabe destacar los cuentos “Josefina la cantante o el pueblo de los ratones” y el estremecedor “Un informe para la academia”, en donde Kafka devela nuevamente esa angustia por hacerse pequeño insignificante -tal como un ratón-, para poder tener así, una salida una escapatoria. A esto último, se refiere el informe del mono llamado Pedro el rojo, quien capturado en su tierra natal, y en un intento por salvaguardar su existencia, se hace humano (todo lo contrario a lo ocurrido por Gregor Samsa quien de su naturaleza humana pasa a ser animal en la metamorfosis); esta decisión, tomada no en el sentido de libertad, como bien podría creerse, sino en el de escapatoria como única salida, en la que ocurre una gran diferencia entre estos dos sentidos; pues para él mono humanizado, la escapatoria es la salida real, mientras que para el ser humano la libertad es algo que se busca tanto engañosa como constantemente; ante esto Pedro añade con total sapiencia:
Los humanos, dicho sea de paso, suelen engañarse a propósito de la libertad. Y, así como la libertad es uno de los sentimientos más sublimes, también es sublime el engaño que va aparejado a ella. Muchas veces, en los espectáculos de variedades, antes de mi salida a escena, he visto una pareja de artistas en lo alto, evolucionando en el trapecio. Los veía retorcerse, columpiarse, saltar echarse en voladas en brazos de otro, sostenerse del pelo con los dientes. “Eso también es libertad humana -pensaba yo-, movimiento soberano.” Pero en realidad no puede haber mayor burla de la sagrada naturaleza. Ningún edificio resistiría en pie ante las carcajadas que provocaría semejante espectáculo en un público formado por simios.